La tecnocensura supone un desplazamiento de la decisión sobre los límites a la libertad de expresión desde unas normas estatales y públicas hacia normas privadas. Las reglas de moderación de contenidos o los términos del servicio se convierten en las “leyes de las redes sociales”. Pueden aparecer las grandes plataformas online como “gobernadores del discurso online”, “custodios de la esfera pública” o “administradores de la cultura pública”.

Además se pueden identificar otros problemas derivados de la moderación automática de contenidos tales como las “cajas negras”, los “falsospositivos”, “falsos negativos”, el hackeo de los algoritmos de moderación y silenciamiento del oponente, así como unos algoritmos desarrolladosque amplifican aquellas opiniones más extremas, anti-intelectuales, desinformación o información falsa y teorías conspiranóicas que atraen más laatención.. Además, las plataformas crean el llamado “efecto burbuja” que impide un contraste de opiniones o de versiones distintas de los hechosdesde ángulos distintos. Todo se alimenta desde el mismo punto de vista, la sensación “más de lo mismo”, ultrasesgada y con experienciasretroalimentadas (superfeedback).
Un riesgo asociado es el que afecta a la posibilidad de crear perfiles aprovechando las normas de moderación de contenidos. El sistema es fácil deentender, todo lo que buscamos en la plataforma (y en Internet) se rastrea (seguimiento o trazabilidad, tracking), y se recolecta un big data. Con esta vasta cantidad de datos se construye tu perfil (profiling), y después se fijan los objetivos para dirigir la publicidad personalizada o híper-segmentada (micro-targeting).
El concepto puede ser utilizado de manera útil para canalizar la colaboración de las empresas privadas y los poderes públicos en la detección y eliminación de contenidos ilícitos bien por ser delictivos, bien por generar riesgos para la vigencia de valores democráticos o vinculados a la protección de los derechos y el Estado de Derecho.