la centralidad humana de la IA impulsa el respeto a valores éticos compartidos de la sociedad, entre los que se encuentra el Estado de Derecho y democrático. En este sentido, impondría en el diseño y desarrollo de la IA la garantía del Estado de Derecho y democrático. Es clave reseñar que esta perspectiva exige que la estructura organizativa en el diseño y desarrollo de la IA garantice que cumple los objetivos previstos. Una estructura que implica verificación, colaboración y revisión humana continua de la IA, así como un control o supervisión externa por agentes independientes y que debe guiarse por el respeto a los valores compartidos y a los avances que supone para los usuarios de la IA.
En la medida en que quienes participan en el diseño, desarrollo, revisión y supervisión de la IA, no solo se deben guiar por parámetros técnicos sino, ante todo, por cuestiones éticas y valorativas (como la aportación concreta a los usuarios), esta perspectiva tiene las debilidades propias de todo ser humano. Por ello, es clave que el proceso de participación, verificación y supervisión sea diseñado para tener en cuenta, también, los riesgos que siempre trae consigo el factor humano.